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LA CRISTOLOGÍA DE ELENA G. DE WHITE— Parte II.
La Naturaleza Humana en Estado Caído.
Ellen White acentúa vigorosamente la semejanza de la naturaleza de Jesús y la nuestra.
No satisfecha con decir que Jesús tomó nuestra naturaleza, ella repite que Él la asumió en su “estado caído”.[20] En otra colocación ella usa el lenguaje de (Filipenses 2:7), el cual declara que Jesús “se hizo semejante a los hombres”. También se vale de (Romanos 8:3): “Por cuanto, lo que era imposible a la ley, ya que se hallaba débil por la carne. Dios, enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado, y por causa del pecado, en la carne condenó el pecado”.[21]
Con frecuencia la Sra. White cita (2 Corintios 5:21): “A Aquel que no conoció pecado, Dios Lo hizo pecado por nosotros”. Ella hace una conexión de eso no apenas con la muerte de Cristo en la cruz como sacrificio vicario “por los pecados de todo el mundo” (1 Juan 2:2), sino también en ligación con el inicio de Su ministerio, al tiempo de Su tentación en el desierto y a través de toda Su vida, como que estableciendo la verdadera naturaleza de Cristo, que llevó “Él mismo, nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero...”. (1 Pedro 2:24).
“Cristo soportó los pecados y debilidades de la raza humana tales como existían cuando Él vino a la Tierra para ayudar al hombre... Y para elevar al hombre caído, precisaba Cristo alcanzarlo donde se encontraba. Asumió la naturaleza humana y cargó con las debilidades y degeneración de la raza. Él, que no conocía pecado, se volvió pecado por nosotros. Se humilló hasta las más bajas profundidades de la miseria humana, a fin de que pudiera estar habilitado para alcanzar al hombre y sacarlo de la degradación en la cual el pecado lo lanzara”.[22]
Con relación a asuntos tan serios y delicados como ese, Ellen White es muy clara y usa un lenguaje distinto sin dobles significados. La participación de Cristo en la naturaleza humana caída no podría ser descrita con mayor claridad.
“Poniendo a un lado Su corona real, Él condescendió en descender, paso a paso, al nivel de la caída humanidad”.[23] “Pensemos sobre la humillación de Cristo. Él tomó sobre Si mismo la caída, sufrida, degradada y maculada naturaleza humana”.[24] Y más: “Él Se humilló y tomó sobre Si la mortalidad”.[25] “Fue una humillación mucho mayor que la que el hombre puede comprender”.[26] “Cristo tomó sobre Si las enfermedades de la degenerada humanidad. Apenas de ese modo podía Él rescatar al hombre de los profundísimos abismos de su degradación”.[27]
Para evitar cualquier posible mal entendido sobre la realidad de la participación de Jesús en la naturaleza de la humanidad caída, Ellen White a menudo emplea el verbo asumir, implicando que Él realmente la tomó sobre Sí mismo. “Cristo asumió nuestra naturaleza caída y se expuso a cada tentación a la que el hombre está sujeto”.[28] “Él asumió los riesgos de la naturaleza humana, para ser probado y tentado”.[29] “Él asumió la naturaleza humana, sus enfermedades, riesgos y tentaciones”.[30]
La participación de Cristo en la plena naturaleza humana en su estado caído, es colocada por Ellen White como condición necesaria para la salvación del hombre. “Estaba en los planes de Dios que Cristo tomase sobre Si mismo la forma y la naturaleza del hombre caído, para que Él pudiese ser perfeccionado a través del sufrimiento, y soportar en Si mismo la fuerza de las tentaciones de Satanás, a fin de que conociese mejor como socorrer a aquellos que son tentados”.[31] “Por ese acto de condescendencia, Él sería capaz de derramar Sus bendiciones a favor de la raza caída. Así Cristo nos hizo posible que seamos participantes de Su naturaleza”.[32]
Fue exactamente eso lo que el autor de la epístola a los Hebreos nos enseñó. “Convenía que en todo fuese hecho semejante a Sus hermanos”, “para que pudiese estar en posición de libertar los seres humanos de sus pecados”. (Heb. 2:17). Y añade: “Porque en aquello que Él mismo, siendo tentado, padeció, puede socorrer a los que son tentados” (verso 18).
“Tentado de Todas las Maneras, Como Nosotros...”.
Ellen White hizo todo lo que podía para explicar el significado de esa verdad. “Nuestro Salvador vino a este mundo para soportar en naturaleza humana, todas las tentaciones con las cuales el hombre es asediado”.[33] “Él conoce por experiencia cuales son las debilidades de la humanidad, cuáles son nuestras carencias y donde yace la fuerza de nuestras tentaciones, pues Él fue ‘tentado en todos los puntos, como nosotros, pero sin pecado’”.[34] “Él sabe cuan fuertes son las inclinaciones del corazón natural”.[35] habiéndolas experimentado en Sí mismo. “Algunos piensan que Cristo, por ser el Hijo de Dios, no tuvo tentaciones como los hijos ahora las tienen. Las Escrituras dicen que Él fue tentado en todos los puntos, como nosotros”.[36]
“Las tentaciones a que Cristo estuvo sujeto fueron una terrible realidad... Si no fuese así; si no Le fuese posible caer, Él no podría ser tentado en todos los puntos como la familia humana es tentada. Las tentaciones de Cristo y Sus sufrimientos bajo ellas fueron proporcionales a Su carácter incontaminado y exaltado... Él ‘resistió hasta la sangre’ en aquella hora cuando el temor del fracaso moral era como el temor de la muerte.
Mientras estaba curvado en el Getsemaní, en agonía de alma, gotas de sangre le afloraron a los poros y humedecieron el suelo... Sobre la cruz Cristo sabía, como ningún otro podía saber, el terrible poder de las tentaciones de Satanás”.[37]
“Ningún otro nacido de mujer fue tan ferozmente asaltado por la tentación”.[38] “Él realmente enfrentó y resistió las tentaciones de Satanás, como cualquier ser humano”.[39] En su batalla en el desierto, “la humanidad de Cristo fue puesta a prueba como ninguno de nosotros jamás podrá saber... Esas fueron tentaciones reales y no simulacros”.[40] El apóstol lo confirma cuando habla de las pruebas que Jesús tuvo que soportar: “Aun no resististeis hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”. (Heb. 12:4)
En la misma carta, Ellen White describe las tentaciones que Jesús tuvo que enfrentar: “El Hijo de Dios, en Su humanidad, luchó con las mismas crueles y aparentemente abrumadoras tentaciones que asedian los hombres - tentaciones para condescender con el apetito, a aventurarse presuntuosamente donde Dios no los condujo, y darle culto al dios de este mundo, sacrificar una eternidad de bienaventuranza por los fascinantes placeres de esta vida”.[41]
“Las tentaciones que Cristo resistió fueron aquellas que encontramos tan difíciles de soportar. Ellas fueron intensificadas sobre Él en mucho mayor grado, en la medida en que Su carácter era superior al nuestro. Con el terrible peso de los pecados del mundo sobre Él, Jesús resistió la prueba del apetito, del amor del mundo, y del amor de la ostentación que conduce a la presunción”.[42]
“Es un misterio inexplicable a los mortales que Cristo pudiese ser tentado en todos los puntos, como nosotros lo somos, y aun ser sin pecado”.[43] Cierta ocasión, algunas personas cuestionaron la caída naturaleza de Cristo. Ellen White les respondió: “He recibido cartas afirmando que Cristo no podía haber tenido la misma naturaleza que el hombre, pues en ese caso, habría caído bajo semejantes tentaciones. Si no poseyese naturaleza humana, no podría haber sido ejemplo nuestro. Si no fuese participante de nuestra naturaleza, no podría haber sido tentado como el hombre lo ha sido. Si no Le hubiese sido posible ceder a la tentación, no podría ser nuestro Auxiliador”.[44]
“Pretenden muchos que era imposible que Cristo fuese vencido por la tentación. En ese caso, no habría sido colocado en la posición de Adán; no podría haber obtenido la victoria que aquel dejara de ganar. Si tuviésemos, en cierto sentido, un más probante conflicto que lo que tuvo Cristo, entonces Él no estaría habilitado para socorrernos. Pero nuestro Salvador Se revistió de la humanidad con todas las contingencias de la misma. Tomó la naturaleza del hombre con la posibilidad de ceder a la tentación. No tenemos que soportar ninguna cosa que Él no haya sufrido”.[45]
Sin embargo, “al tomar sobre Si la naturaleza del hombre en su decadente condición, Cristo no participó en lo mínimo que fuese de su pecado”.[46] He aquí otra solemne verdad que Ellen White nunca dejó de repetir, mientras enfatizaba la realidad de las tentaciones a las cuales Jesús estaba sujeto. Pues, como está escrito: “Antes, fue Él tentado en todas las cosas, pero sin pecado”. (Heb. 4:15).
Notas y referencias.:
20. Carta 106 de E. G. White, 1896.
21. E G. White, en Bible Echo (publicado por la División Australasiana), 15 de Diciembre de 1892.
22. ___, Mensajes Selectos, vol. 1, págs. 267, 268.
23. ___, Boletin de la Conferencia General, 23 de Abril de 1901.
24. ___, en Youth’s Instructor, 20 de Diciembre de 1900.
25. ___, en Review and Herald, 4 de Septiembre de 1900 (itálicos suplidos)
26. Manuscrito 143 de E. G. White, 1897.
27. E. G. White, El Deseado de Todas las Gentes, 117.
28. Manuscrito 80 de E. G. White, 1903.
29. E. G. White, Mensajes Selectos, vol. 1, pág. 226.
30. Manuscrito 141 de E. G. White, 1901 (itálicos suplidos)
31. E. G. White, Spiritual Gifts (Dones Espirituales), vol. 4, págs. 115, 116.
32. ___, en Review and Herald, 17 de Julio de 1900.
33. ___, Sons and Daughters of God (Hijos e Hijas de Dios), pág. 230.
34. ___, The Ministry of Healing (La Ciencia del Buen Vivir) (Mountain View, Calif.: Pacific Press. Pub. Assn., 1952), pág. 78.
35. ___, Testimonies for the Church (Testimonios Para la Iglesia), vol. 5 (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1948) , pág. 177.
36. ___, Youth’s Instructor, Abril de 1873.
37. Idem, 26 de Octubre de 1899. Citado en Selected Messages (Mensajes Selectos), vol. 3, págs. 131, 132.
38. ___, Education (Educación) (Mountain View, Calif.: Pacific Press. Pub. Assn., 1952), pág. 78
39. Carta 17 de Ellen G. White, 1878.
40. E. G. White, Selected Messages, vol. 1, págs. 94-95.
41. Idem, pág. 95.
42. ___, The Desire of Ages, pág. 116.
43. Carta 8 de E. G. White, 1895. Citada en The Seventh-day Adventist Bible Commentary, Comen-tarios de E. G. White, vol. 5, págs. 1128, 1129.
44. E. G. White, Selected Messages, vol. 1, pág. 408.
45. ___, The Desire of Ages, pág. 117.
46. ___, en Youth’s Instructor, 1 de Junio de 1898. Citado en Selected Messages, vol. 1, pág. 256.
Extraido del libro: TOCADO POR NUESTROS SENTIMIENTOS.