Lecciones de la Biblia, Profecías, Justicia Por La Fe
Una advertencia temible
La advertencia de castigo más temida que aparece en la Biblia se encuentra en Apocalipsis 14:9, 10 y dice: “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero”.
Esta descripción es tan amenazadora y distinta a todos los demás pasajes que hablan sobre el carácter de Dios, que nos hace temblar de espanto. Sin embargo, apunta con claridad a un tiempo cuando la misericordia de Dios le será negada a aquellos que han rechazado continuamente la autoridad del Cielo. Será un acto sin paralelo de parte de Dios, en cuanto a su relación con la familia humana. Durante casi 6,000 años, los juicios de Dios sobre los impíos han sido atenuados por su misericordia. Pero el grado de rebelión ha llegado a un punto, que obliga a Dios a intervenir y exponer la magnitud de la traición del hombre contra el gobierno de Dios.
Justo aquí, sentimos curiosidad por saber más sobre el pecado que obliga a Dios a realizar su obra extraña de castigar con fuego. Note que la disputa final involucra la lealtad al poder de la bestia, al que se alude con frecuencia en las profecías bíblicas. Al final, el mundo estará dividido en dos grandes bandos: los que adoran al Dios verdadero y los que adoran a la bestia de Apocalipsis 13. Pero ¿qué provoca esta profunda división entre los habitantes de la tierra? Después de describir el destino final de los adoradores falsos en Apocalipsis 14:9-11, Juan agrega lo siguiente en el versículo 12: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Se observa un marcado contraste entre los que siguen a la bestia y los que siguen al Cordero.
Cabe destacar que la controversia se centra en la observancia de los mandamientos de Dios. A los que no reciben la marca de la bestia, se los describe como guardadores de los mandamientos, y el resto es objeto de la ira de Dios. Esto coincide perfectamente con la declaración de Pablo en Romanos 6:16: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”.
La máxima expresión de lealtad se materializa a través de la obediencia. Al final, la mayoría de los habitantes del mundo aceptarán la autoridad del poder falso del anticristo, en desobediencia a la ley de los Diez Mandamientos de Dios. Toda persona tendrá que elegir de qué lado quiere estar. La Biblia deja muy claro, que la vida o la muerte dependen de la decisión final que se tome en cuanto a la bestia de Apocalipsis 13.
Por extraño que parezca, los teólogos modernos han ignorado el mensaje de advertencia de Apocalipsis 14, que trata sobre la marca de la bestia. El interés de las multitudes ha sido menoscabado por la influencia de pastores, que no toman en serio las solemnes palabras de la profecía de Juan. Con frecuencia se desestima el libro de Apocalipsis como algo de poca importancia y confuso, que se aplicaba únicamente a un problema local en la Iglesia primitiva. Por algún motivo se considera el Apocalipsis como un libro sellado, en lugar de la verdad revelada. Notemos la promesa hecha a los que buscan con denuedo la verdad en este maravilloso libro: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:3).
Antes de profundizar en el relato de Juan sobre el enfrentamiento final entre Cristo y Satanás, analicemos con detenimiento las partes contendientes en este conflicto. ¿Cuándo y cómo comenzó y cómo terminará?
Si bien, el clímax del conflicto entre el bien y el mal ocurre justo al final de la historia de la humanidad, cuando el mundo se encuentre irremediablemente dividido en dos bandos contrarios. La controversia entre Cristo y Satanás ha existido desde hace casi 6,000 años. Comenzó en el cielo con la rebelión de Lucifer en contra del dominio de Dios en el universo. La historia del ángel perfecto que codició la posición de Dios aparece en varios escritos proféticos del Antiguo Testamento.
Isaías dice con referencia a este ser glorioso: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:12-14).
Las semillas de esa rebelión egoísta plantadas por el ángel líder se esparcieron rápidamente, influyendo en la lealtad de otros ángeles. Poco después, un tercio de la hueste celestial se sumó al bando de Lucifer, y así se originó la gran controversia —un conflicto que duraría más de 6,000 años, y que finalmente obligaría a toda criatura viviente en el cielo y en la tierra a tomar una decisión—.
El resultado inmediato de la discordia fue una guerra en el cielo, que culminó con la expulsión de Lucifer de la presencia de Dios y de los ángeles leales. Juan lo describe de esta manera: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12:7-9).
El ángel caído ya no sería conocido como Lucifer, que significa “estrella de la mañana”, sino como Satanás, que equivale a “adversario”. El conflicto se transfirió del cielo a esta tierra. Aquí continuará hasta alcanzar su punto culminante, con la división de las multitudes del planeta a favor o en contra de los mandamientos de Dios. Así como empezó la rebelión, con un rechazo a la autoridad de Dios, así terminará, con una actitud desafiante contra su autoridad conferida en la ley de su gobierno.
Satanás ha permanecido en la Tierra con sus ángeles malvados desde el momento en que fue echado de las regiones de luz. Con astucia diabólica, ha puesto en práctica distintas formas de guerra contra Dios y su plan para este mundo. Utilizando artificios engañosos, no ha escatimado esfuerzos para derrocar la autoridad de Dios. El propósito de esta breve obra es, exponer las incontables arremetidas de Satanás contra los fundamentos de la verdad.
Cada generación ha experimentado una nueva manifestación de ese poder maligno, en su infatigable batalla contra el plan del Cielo para salvar al mundo. La forma final que adoptará la oposición enemiga será la bestia de Apocalipsis 13. Ese falso poder contenderá, en un conflicto mortal, contra los mandamientos de Dios. El mundo entero se verá forzado a tomar partido. La confederación del mal se consolidará para lanzar un último y desesperado ataque, en la lucha por lograr la lealtad de los habitantes de la Tierra. Los puntos en controversia estarán claramente definidos, y nadie podrá asumir una postura neutral. La obediencia a Dios o a Satanás, tal como lo manifiesta el poder de la bestia, serán las únicas alternativas ofrecidas al hombre.
Con este pequeño trasfondo sobre los contendientes, veamos en detalle el escenario bíblico de la última batalla decisiva del gran conflicto. Recordemos que la bestia de Apocalipsis 13 simboliza el gigantesco poder del anticristo, que intenta desplazar a Dios del todo. Esta es la descripción de ese poder según Apocalipsis 13:1-7: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.
Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; además de autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación”.
No se puede ignorar la escala de oposición sin precedentes contra Dios y los que le siguen. Más adelante en este mismo capítulo, leemos que esta bestia ejercerá tanta influencia sobre la tierra, que hará que los hombres reciban una marca en la frente o en la mano (Apocalipsis 13:16). Aquellos que reciban la marca sufrirán la terrible ira de Dios tal y como lo describe Apocalipsis 14:9, 10. La ira de Dios se define en Apocalipsis 15:1 con estas palabras: “Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios”.
El capítulo 16 de Apocalipsis, revela con precisión la terrible naturaleza de esas plagas y los sufrimientos extremos infligidos sobre quienes reciben la marca de la bestia. No abundaremos en ello en este momento, pero recordemos que este tema conlleva vida o muerte eterna para todos. ¡Cuán importante es entender a quién representa la bestia y cómo evitar recibir esa marca! No hay cabida para conjeturas o especulaciones sobre este tema de vital importancia. Debemos saber exactamente donde yace el peligro y cómo evitarlo.
El cristiano promedio, apenas se percata de la urgencia del tema. No tiene la más mínima idea sobre el significado de la bestia o su marca, aun cuando su destino depende de ello. Una gran mayoría de predicadores fomenta la ignorancia sobre el tema entre los feligreses, al instarlos a no preocuparse de la bestia, porque es un tema demasiado complicado para comprender. Siempre y cuando amen a Dios, todo saldrá bien. No es posible saber a ciencia cierta quién es la bestia.
¿Les parece lógico que Dios nos advierta sobre el terrible peligro que supone la bestia —un peligro tan mortal que conlleva a la vida o a la muerte— y luego nos diga que es imposible identificarla? ¿Nos diría: “Serás arrojado al fuego si recibes la marca, pero no te voy a decir qué significa; es una lástima si la tienes”? Esta no es la forma en que Dios trabaja. Nos advierte de un peligro que se puede evitar. Sabremos si estamos a salvo de la bestia, solo si sabemos quién es la bestia. Sabremos si estamos a salvo de recibir la marca, solo si sabemos de qué se trata la marca.
¿Es posible entender la marca de la bestia? Sin lugar a dudas, podemos y debemos saberlo. Lo primero es entender la identidad misma de la bestia profética. Queda establecido de antemano, que este extraño animal amalgamado no debe interpretarse de manera literal. No se ha visto jamás una criatura con cuerpo de leopardo, boca de león y pies de oso. Los libros proféticos de la Biblia se componen de tipos y símbolos. Esta bestia representa algo. Pero ¿qué? Este tema no da cabida a conjeturas. La Biblia no deja lugar a dudas. Desempeña la función de su propio comentario divino y provee la interpretación para entender las profecías.
Todo en la descripción bíblica de la bestia es simbólico. Consideremos, por ejemplo, las aguas de las que surge el animal. ¿Qué es lo que representan? Leamos la respuesta en Apocalipsis 17:15: “Me dijo también: Las aguas que has visto... son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. No deben plantearse objeciones sobre este punto. Dios nos explicó claramente el significado de aguas en la profecía. Una vez se interprete el símbolo en una profecía, la regla se aplicará a todas las demás. El agua siempre simbolizará pueblos en las imágenes proféticas bíblicas.
Ahora, ¿qué sucede con los otros componentes de la extraña bestia apocalíptica? ¿Qué representan? Para tener una idea clara sobre la bestia, debemos ir al libro de Daniel en el Antiguo Testamento y comparar Escritura con Escritura. Los libros de Daniel y Apocalipsis se explican mutuamente. Encajan a la perfección. Recordemos que Daniel tuvo una visión similar a la de Juan. Daniel 7:2, 3 la describe: “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar”. Vio el agua profética como Juan, pero Daniel identificó cuatro bestias que subían, en lugar de una.
Sabemos que el agua representa pueblos o multitudes, pero ¿qué representan los animales? La respuesta se encuentra en el versículo 17: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra”. Ahí está. ¡Se encuentra redactado tan claramente que no da cabida a cuestionamientos ni dudas! Dios dice que los animales en la profecía representan naciones. Así como tenemos el águila americana y el oso ruso en nuestro vocabulario político moderno, Dios también usó animales hace muchísimo tiempo para representar países. Luego, para ser más explícito, Dios agregó lo siguiente en el versículo 23: “La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra”. Si el cuarto animal representaba el cuarto imperio de la historia, entonces los tres primeros tendrían que representar los primeros tres imperios.
Esta explicación se vuelve más sencilla y clara, cuando recordamos que han existido solo cuatro imperios mundiales en la tierra, desde los días de Daniel. Estos reinos se mencionan en la profecía bíblica, y se les llama por su nombre en otras profecías similares de Daniel. Ver Daniel 8:20, 21 y Daniel 11:2 para encontrar ejemplos de lo mencionado. En el segundo capítulo de Daniel, los mismos cuatro reinos están representados por los cuatro metales encontrados en la enorme estatua del sueño de Nabucodonosor. Esos cuatro imperios son Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma.
Examinemos con detenimiento estos animales, uno por uno, a medida que aparecen en la visión del profeta. La primera bestia era “como león, y tenía alas de águila” (Daniel 7:4). Vemos representado el gran Imperio de Babilonia, muy bien simbolizado por el rey de las bestias. Fue una de las naciones más ricas y fuertes que jamás haya existido en la tierra. Note que este animal tiene alas. Las alas en la terminología profética simbolizan velocidad. Efectivamente, Babilonia surgió en poco tiempo para asumir su posición como gobernante del mundo entero.
Desde el año 606 a.C. hasta el 538 a.C., Babilonia continuó ejerciendo su amplia autoridad. Pero se iba a producir un cambio. Daniel vio a la segunda bestia: “Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes” (Daniel 7:5). Después de Babilonia, el Imperio medo-persa asumió el control en el año 538 a.C., convirtiéndose en el segundo imperio mundial.
El oso se alzaba de un costado, para representar el hecho de que Persia era más fuerte que Media. Esas dos potencias estaban aliadas en su dominio sobre la tierra. Las tres costillas simbolizan probablemente, las tres provincias de ese reino: Babilonia, Lidia y Egipto.
Luego, en el año 331 a.C., Medo-Persia cayó y surgió el tercer imperio mundial. Según la profecía: “le fue dado dominio” (v. 6). Era “semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas” (v. 6). Cualquier estudiante que haya prestado atención a sus lecciones de historia antigua, sabrá que Grecia surgió como el tercer imperio mundial. Alejandro Magno vino del oeste y puso el mundo a sus pies en muy poco tiempo. Las cuatro alas del leopardo denotan la extraordinaria velocidad con que Alejandro sometió a las naciones. En ocho años había subyugado completamente al mundo, y se sentó a llorar porque no había más mundos que conquistar.
Pero no pudo conquistarse a sí mismo; murió cuando era un joven de treinta y tres años, en el apogeo de su poder. A su muerte, el reino se dividió entre sus cuatro generales principales: Casandro, Lisímaco, Seleuco y Ptolomeo. Las cuatro cabezas de la bestia representan esas divisiones de su imperio. Esto nos lleva al año 168 a.C., cuando ocurrió la caída del Imperio griego en ese mismo año. Hasta ahora, cada detalle de la profecía se ha cumplido con exactitud.
Notemos el surgimiento de la cuarta bestia, que es el “cuarto reino sobre la tierra” (v. 23). Si bien, Daniel había visto bestias salvajes vivientes como las que fueron descritas en los primeros tres símbolos proféticos, nunca había visto una criatura semejante a la cuarta bestia terrible. Así la describe la Biblia: “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies... y tenía diez cuernos” (v. 7).
Esta bestia simboliza el cuarto imperio mundial, que fue la monarquía de hierro romana. La extensión de su cruel dominio sobre la tierra ha sido bien documentada en las páginas de la historia antigua. Pero esta poderosa nación también sería dividida, como se indica en el versículo 24: “Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes”. Cabe destacar que esta es la interpretación de Dios en cuanto a los diez cuernos de este animal. Roma se dividiría en diez regiones distintas.
Siguiendo el curso de la historia, descubrimos que el cumplimiento exacto se dio en el año 476 d.C. Las tribus bárbaras procedentes de la región del norte invadieron el territorio de Europa Occidental, dividiéndolo en diez partes. Esas partes, por supuesto, corresponden a los diez dedos de los pies de la enorme imagen de Daniel 2.
Todos los estudiantes de historia conocen bien los nombres de las tribus conquistadoras de Europa Occidental en el año 476 d.C.: Los anglosajones, alamanes, hérulos, vándalos, ostrogodos, visigodos, suevos, lombardos, burgundios y los francos. Siete de esas tribus se convirtieron en naciones modernas, y continúan existiendo hasta el día de hoy. Sobreviven en el mapa de Europa como potencias importantes del siglo XX. Tres de ellas desaparecieron del escenario histórico, como veremos en un momento.
Estamos preparados para leer el siguiente versículo de la profecía y descubrir el significado del cuerno pequeño en la visión de Daniel. “Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (v. 8). En este punto, de hecho, hay que ser muy cuidadosos. No debemos cometer el error de identificar falsamente al cuerno pequeño, porque este demostrará ser el anticristo de la historia.
Para evitar equivocarnos, sería bueno considerar primero las nueve marcas características que lo definen, descritas en la profecía misma. Estas marcas de identidad no dan pie a interpretaciones erróneas. No nos atrevamos a suponer o a especular acerca de la identidad histórica de este “cuerno pequeño” de la profecía.
Primero, el cuerno pequeño surgió de entre los diez. Esto lo ubica geográficamente en Europa Occidental. Segundo, surgió después que aparecieron los diez cuernos, ya que salió “entre ellos”. Dado que los diez hicieron su aparición en el año 476 d.C., el cuerno pequeño tendría que haber comenzado su reinado en algún momento después de esa fecha. Tercero, erradicaría a tres de las diez tribus al llegar al poder. El versículo 8 dice que delante del cuerno pequeño “fueron arrancados tres cuernos de los primeros”.
Cuarto, el cuerno pequeño tendría “ojos como de hombre, y una boca que habla grandes cosas” (v. 8). Esto da a entender que un ser humano estaría a la cabeza de la potencia representada por el cuerno pequeño. Quinto, “será diferente de los primeros [cuernos]” (v. 24). Lo que significa que el cuerno pequeño sería un tipo de poder distinto, de aquellos reinos estrictamente políticos que le precedieron. La sexta característica es revelada en la primera parte del versículo 25: “Y hablará palabras contra el Altísimo”. Otro versículo dice: “hablaba grandes cosas y blasfemias” (Apocalipsis 13:5).
Antes de continuar, definamos desde la perspectiva bíblica el significado de blasfemia. En Juan 10:30-33, Jesús estaba a punto de ser apedreado por afirmar que era uno con el Padre. Los judíos que iban a matarle dijeron: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”. Según este texto, se considera una blasfemia que un hombre tome el lugar de Dios.
Leamos otra definición de blasfemia. Jesús le había perdonado a un hombre sus pecados y los escribas le dijeron: “¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Marcos 2:7). Sin lugar a dudas, Jesús no era un blasfemo porque era Dios y podía perdonar pecados. Pero que un hombre hiciera semejantes afirmaciones constituía una blasfemia, según la propia definición bíblica.
La séptima característica que lo identifica se encuentra también en el versículo 25: “y a los santos del Altísimo quebrantará”. Esto confirma que el cuerno pequeño es un poder perseguidor. Hará guerra contra el pueblo de Dios y causará su muerte. La octava marca también se incluye en el versículo 25: “y pensará en cambiar los tiempos y la ley”. Aparentemente, en su férrea oposición al Dios del Cielo, hablando palabras contra Él, este poder busca además cambiar la ley de Dios. Esta pretensión del cuerno pequeño solo fue un intento de cambiar la ley. Indudablemente, el hombre nunca podrá alterar la ley moral de Dios.
La novena y última marca de identificación, en el versículo 25, nos dice exactamente cuánto tiempo este cuerno pequeño ejercería su autoridad en la tierra: “y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo”. Aquí nos encontramos ante una expresión extraña. En realidad, es un término profético que la Biblia misma explica. En Apocalipsis 12:14 leemos estas palabras con relación al mismo período de tiempo: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”.
Leamos ahora el versículo 6, que describe el mismo evento. En lugar de decir, “un tiempo, tiempos y medio tiempo”, dice, “mil doscientos sesenta días”. Así vemos que los dos períodos de tiempo representan exactamente lo mismo. Al comparar estos pasajes, entendemos que un tiempo es un año en la profecía bíblica, tiempos son dos años y la mitad de un tiempo es medio año. Esto nos da un total de 3 ½ tiempos o 3 ½ años, lo que equivale a 1,260 días. Estamos usando, por supuesto, el año bíblico de 360 días.
Estamos listos para aplicar otro importante principio a la interpretación profética. Recordemos que siempre al medir el tiempo profético, Dios utiliza un día para representar un año. En Ezequiel 4:6 se hace referencia a esta misma regla: “día por año, día por año te lo he dado”. Números 14:34 apoya esta interpretación de día por año. Este método de calcular el tiempo siempre debe aplicarse en el estudio de la profecía bíblica. Esto implica, entonces, que el poder del cuerno pequeño gobernaría durante 1,260 años, en lugar de solo 1,260 días.
Tenemos ante nosotros una lista de nueve características específicas, extraídas del capítulo 7 de Daniel, que identifican al poder del cuerno pequeño. Solo existe un poder en toda la historia que cumple con los requisitos descritos aquí. En concreto, Dios elimina cualquier otra opción y nos obliga a llegar a la única conclusión posible: la Iglesia católica cumple con todas las marcas de identidad establecidas en Daniel 7.
Echemos un vistazo rápido y observemos con cuanta exactitud se cumplen estas características. Primero, el papado surgió en Europa occidental, en el corazón mismo del territorio del Imperio romano pagano, en Roma. Segundo, apareció después del año 476 d.C. Fue en el año 538 d.C. cuando entró en vigor un decreto del emperador Justiniano, que confería preeminencia absoluta a la Iglesia de Roma. Estos son hechos históricos que pueden ser corroborados por cualquier fuente histórica confiable. Tercero, cuando surgió el papado, se le opusieron tres de las tribus que habían tomado control en el momento del colapso del Imperio romano.
Los vándalos, los ostrogodos y los hérulos, eran poderes arrianos que se oponían con fuerza al ascenso de la Iglesia católica. Los ejércitos de Roma erradicaron y destruyeron por completo a estas tres tribus. La última fue destruida en el año 538 d.C., cuando entró en vigor el decreto de Justiniano. Cuarto, la Iglesia católica tenía un hombre a la cabeza de su sistema. Quinto, el papado era una potencia distinta de los otros reinos políticos anteriores. Era un sistema político-religioso diferente a todo lo que se había visto en el mundo hasta entonces.
Examinemos con detenimiento la sexta característica: Hablar grandes cosas y blasfemar contra el Altísimo. ¿Cumple el papado con esta descripción? Solo hay que recordar que la Iglesia católica se ha atribuido el poder de perdonar pecados. En cuanto a hablar grandes cosas, permítanme citar un artículo de F. Lucii Ferraris, que aparece en el libro Prompta bibliotheca canonica juridica moralis theologica. Este libro fue impreso en Roma y cuenta con el sello de aprobación de la Enciclopedia católica.
Preste atención a las siguientes declaraciones: “El papa es tan digno y tan exaltado que no es un hombre común, es como si fuera Dios y el vicario de Dios. El papa es, por así decirlo, Dios en la tierra, principal rey de reyes, con plenitud de poderes” (Volumen VI, pág. 2529). Estas son algunas de las expresiones que la Biblia define como blasfemia. Por tanto, el papado reúne todas las características que lo identifican como el poder del cuerno pequeño.
Con respecto a la séptima característica, encontramos que la historia respalda la profecía en lo referente a la persecución papal. Todo el que tenga algún conocimiento sobre la Edad Media, está familiarizado con el hecho de que millones de personas fueron sujetas a torturas y asesinadas por la inquisición católica. En otro libro escrito por un cardenal católico, que también está aprobado por la Iglesia, leemos: “La Iglesia católica... le tiene horror a la sangre.
A pesar de ello, cuando se enfrenta a la herejía... recurre a la fuerza, al castigo corporal y a la tortura. Crea tribunales como la Inquisición. La Iglesia se ampara en las leyes del Estado... Lo hizo especialmente en el siglo XVI en el caso de los protestantes... En Francia, bajo Francisco I y Enrique II, y en Inglaterra bajo María Tudor, torturó a los herejes”. La iglesia católica, el renacimiento y el protestantismo, págs. 182-184.
Podríamos citar una miríada de declaraciones como esta, hechas por historiadores tanto católicos como protestantes, que describen las horribles torturas que las autoridades papales infligieron sobre los protestantes. Hasta aquí, notamos el cumplimiento pleno de la descripción del cuerno pequeño.
La octava característica, como aparece en el versículo veinticinco, se refiere al intento de cambiar las leyes de Dios. ¿Se aplica esto al papado? Note lo siguiente: la Iglesia católica eliminó el segundo mandamiento de sus libros doctrinales y del catecismo, porque condena la adoración de imágenes. Luego dividió el décimo mandamiento para que continuaran siendo diez. Quedaron entonces dos mandamientos contra la codicia y ninguno contra la idolatría. Este ejemplo ilustra como el papado ha pensado en cambiar la ley, pero sin éxito. La ley de Dios es inmutable.
Finalmente, llegamos a la novena característica, que nos dice con exactitud cuánto tiempo este poder ejercería su autoridad en la tierra. Descubrimos que sería por un período de 1,260 años. ¿Concuerda este dato con el registro histórico? Se sabe que el papado comenzó su reinado por orden de Justiniano, en el año 538 d.C. Al contar 1,260 años desde esta fecha, llegamos al año 1798. En ese mismo año, el general francés Berthier avanzó con sus ejércitos hacia Roma y despojó al papa de su autoridad. Fue condenado al exilio, y todas las propiedades de la Iglesia fueron confiscadas.
El gobierno del Directorio Francés decretó que nunca habría otro obispo de Roma. En lo que concernía al mundo, y a juzgar por las apariencias, la Iglesia católica estaba muerta. Después de exactamente 1,260 años, en cumplimiento de la profecía, perdió el control sobre el mundo. Por tanto, esta última característica se cumple clara y únicamente en el papado.
Quizás se pregunte, qué tiene que ver todo esto con la bestia de Apocalipsis capítulo 13. Estamos listos para identificar a ese extraño animal amalgamado que detalla el libro de Apocalipsis. Leamos una vez más la descripción de esa bestia, que tiene cuerpo de leopardo, pies de oso y boca de león. “También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias” (v. 5). Notemos que esta bestia hace exactamente lo mismo que el cuerno pequeño de Daniel. El versículo cinco continúa diciendo: “Y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”. ¿Cuánto tiempo es cuarenta y dos meses? Exactamente 1,260 días o años proféticos, lo equivalente a los tres tiempos y medio de la profecía de Daniel.
En cuanto a la bestia, leemos: “Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos” (v. 7). Esta bestia también es una potencia perseguidora. Dicho de otra forma, la bestia de Apocalipsis capítulo 13 y el cuerno pequeño son el mismo poder. Ambos simbolizan el papado. Esta es la ilustración gráfica que Dios hace del papado, que gobernó el mundo con una autoridad arbitraria durante 1,260 años.
Otras similitudes se encuentran en Apocalipsis 13:3: “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”. Como mencionamos, la herida mortal se produjo en el año 1798 d.C., cuando los ejércitos franceses se llevaron cautivo al papa al exilio. Pero esa herida sería sanada y al final, el mundo entero volvería a rendirle lealtad al papado. Esa profecía se ha cumplido muy, pero muy vívidamente ante nuestros ojos.
En el año 1929, Mussolini firmó un concordato con el papa, y devolvió las propiedades que se le habían confiscado a la Iglesia. En ese momento, el papa fue hecho rey una vez más, y la Ciudad del Vaticano se estableció como un poder político soberano. Desde ese día hasta hoy, el papado continúa haciendo avances impresionantes.
En este momento, la mayoría de los países del mundo tienen representación política ante el Vaticano. Los titulares de los periódicos de la actualidad dan testimonio de la increíble influencia del papado en los asuntos mundiales. Casi todas las declaraciones del papa tienen alcance mundial, y millones de personas ven el poder papal como la influencia más dominante de la política actual. Ciertamente, la herida mortal ha sido sanada y el mundo se maravilla en pos de la bestia.