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E.J.WAGGONER (1855-1916)— Parte II.
LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO: E.J.WAGGONER (1855-1916)— Parte II.
Waggoner Confirma Su Cristología (1891-1902).-
Durante la década de 1890, Waggoner disfrutó de un gran prestigio y autoridad en la Iglesia Adventista. Apoyado por Ellen White y en colaboración con su colega A. T. Jones, le fue dada la oportunidad de presentar el mensaje de la justificación por la fe en los encuentros campestres, en grandes convenciones pastorales y en diversas sesiones de la Conferencia General. En 1891, en la sesión de la Conferencia General, Waggoner fue convidado a presentar una serie de 16 estudios bíblicos, que él dedicó a la epístola a los Romanos.[24] Él difícilmente podría escoger una epístola más favorable para desarrollar las grandes ideas de su mensaje de justicia por la fe. Dos pasajes, en particular, fueron relevantes sobre el tema de la naturaleza humana de Jesús.
La declaración de Pablo, en (Romanos 1:3), acerca de la posteridad de David le ofreció la primera oportunidad. Pablo dijo que Jesucristo “nació de la descendencia de David según la carne”. Waggoner, por lo tanto, nos convida a “leer la historia de David y de los reyes que de él descendieron, los cuales fueron ancestrales de Jesús, y ustedes verán que el lado humano del Señor estaba en desventaja por su ancestralidad, tanto como cualquier uno de nosotros puede estarlo. Muchos de ellos fueron licenciosos e idólatras crueles. Aun cuando Jesús estuviese así tan cercado de debilidades, Él ‘no cometió pecado, ni en la Su boca se halló engaño’ (1 Pedro 2:22). Eso es para darle ánimo a los hombres en las más bajas condiciones de vida. Es para mostrar que el poder del evangelio de la gracia de Dios puede triunfar sobre la herencia”.[25]
Con respecto a la afirmación de que Dios envió a Su Hijo “en semejanza de carne de pecado”, Waggoner asegura: “Existe la idea común de que eso significa que Cristo simuló tener carne pecaminosa, que Él no Se revistió realmente de la carne pecaminosa, sino que tan solamente pareció poseerla”.[26]
En réplica, Waggoner citó (Hebreos 2:17), que afirma que “convenía que en todo [Jesús] fuese hecho semejante a Sus hermanos, para volverse un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las cosas concernientes a Dios, a fin de hacer propiciación por los pecados del pueblo”. Entonces refirió (Gálatas 4:4-5) nuevamente, donde Pablo sustenta que Jesús fue “nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley”. Y concluye: “Él tomó la misma carne que todos los que son nacidos de mujer poseen”.[27]
Finalmente, para establecer la razón por que Cristo vino en semejanza de carne de pecado, Waggoner coloca lado a lado Romanos (8:3-4) y (2 Corintios 5:21). “Los primeros versos dicen que Cristo fue enviado en semejanza de carne pecaminosa, ‘para que la justa exigencia de la ley se cumpliese en nosotros’. Los últimos dicen que Dios ‘Lo hizo pecado por nosotros’, aun cuando Él no hubiese conocido pecado, ‘para que en El fuésemos hechos justicia de Dios’”.[28]
En todas esas explicaciones, Waggoner ligaba constantemente la encarnación de Cristo, que Se revistió de la caída naturaleza humana con propósitos de redención; para libertar los seres humanos del poder del pecado y de la muerte, mediante el poder del Espíritu de vida que está en Jesucristo (Rom. 8:2).
En 1892, Waggoner aceptó un llamado para ir a Inglaterra y volverse el editor de la revista La Verdad Presente. Él permaneció allí hasta 1902. En esa ocasión, fue convidado a tomar parte en la sesión de la Conferencia General en 1897, donde presentó 19 estudios basados en los primeros capítulos de la epístola a los Hebreos. Eso no sorprende, considerando que esos capítulos contienen la más clara evidencia de la naturaleza divino-humana de Cristo.[29] Una vez más Waggoner tuvo la oportunidad de propagar su Cristología, que concordaba también con aquella de los ejecutivos de la Comisión de la Conferencia General y de la iglesia. Si no fuese ese el caso, ellos no lo habrían siempre convidado para venir de Inglaterra y participar de esos eventos especiales.
Una vez más Waggoner confirmó su posición inicial, la cual también examinamos, sobre la naturaleza humana de Jesús. En un punto él parafraseó al apóstol Pablo: “Si con nuestra boca confesamos a Jesús como Señor, que Él vino en carne, y si creemos en nuestro corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos -- que Él es un poder vivo -- seremos salvos”.[30]
Para asegurarse de que el público tuviese una visión clara de ese punto, Waggoner insistió: “La Palabra se hizo carne perfecta en Adán, más en Cristo la Palabra se hizo carne caída. Cristo descendió hasta el fondo, y he aquí la Palabra en carne, carne pecaminosa”.[31]
En un artículo publicado en la Signs of the Times, titulado “Dios Manifiesto en Carne”, Waggoner especificó que nuestros pecados no fueron puestos sobre Cristo de manera simbólica, sino realmente lanzados sobre Él.[32] Del mismo modo, en su comentario sobre la epístola a los Gálatas, publicado en 1900, él subraya enfáticamente que Cristo llevó nuestros pecados “en Su propio cuerpo” (1 Pedro 2:24). Y escribió: “Nuestros pecados no fueron mera y figurativamente puestos sobre Él, sino ‘en Su propio cuerpo’. Él Se ‘hizo maldición’ por nosotros, se hizo ‘pecado’ por nosotros y, consecuentemente, murió por nosotros... El mismo texto que nos dice haber Él llevado nuestros pecados ‘en Su propio cuerpo’, cuida en dejarnos saber que Él ‘no pecó’. El hecho que Él haya podido llevar nuestros pecados con Él y en El, haciéndose pecado por nosotros y, sin embargo, sin haber cometido cualquier pecado, es para Su gloria eterna y nuestra eterna salvación del pecado”.[33]
Conclusión.
Eso es lo esencial de la Cristología de Waggoner. Si su posición no estuviese de acuerdo con la creencia de la iglesia, la Comisión de la Conferencia General no lo habría convidado a la sesión de 1901, para refutar “la extraña doctrina” del movimiento de la carne santa, de acuerdo con la cual Cristo había tomado la “naturaleza de Adán antes de la caída”.[34]
Si hay un tema recurrente en la enseñanza de Waggoner, ese es ciertamente su Cristología. La obra Confesión de Fe, escrita poco antes de su muerte, en 1916, permanece como la mejor evidencia de esa realidad. Allí él expresa nuevamente lo paradoja de Cristo, que asumió la naturaleza del “hombre pecaminoso”, mientras ofreció una “vida perfecta”, una vida libre de pecado, una vida victoriosa sobre la muerte. “Así, Dios en Cristo dio Su vida en favor de los hombres pecadores. Esta es, de acuerdo con Waggoner, el resumen del evangelio”.[35]
Notas y referencias.:
24. Ellet J. Waggoner, en el Boletín de la Conferencia General de 1891; Signs of the Times, Octubre de 1895 y Septiembre de 1896; Waggoner on Romans (Waggoner On Romanos, el Evangelio en la Gran Carta de Pablo) (Paris: Glad Tidings Publishers, n.d.).
25. Waggoner on Romans, pág. 12.
26. Ídem, pág. 128.
27. Idem.
28. Idem.
29. Esos estudios fueron publicados en el Boletín de la Conferencia General, 1897, bajo el título Studies in the Book of Hebrews (Estudios Sobre el Libro de Hebreos).
30. Boletín de la Conferencia General, 1897, vol. II, pág. 12.
31. Ídem, vol. I, pág. 57.
32. E. J. Waggoner, en Signs of the Times, 21 de Enero de 1889.
33. The Glad Tidings (Buenas Nuevas), pág. 62 .
34. Ese evento será considerado en el capítulo 7.
35. Confession of Faith (Confesión de Fe), págs. 8 y 10 Ver Webster, Crosscurrents in Adventist Christology, págs. 222-223.
Extraido del libro: TOCADO POR NUESTROS SENTIMIENTOS.