Lecciones de la Biblia, Profecías, Justicia Por La Fe
LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO: Alonzo T. JONES(1850-1923)— Parte I.
Predicador entusiasta, editor de diversos periódicos,[2] y autor de varias obras [3], Alonzo T. Jones fue uno de los primeros líderes espirituales de la iglesia adventista en la década de 1890.
Jones nació el día 21 de Abril de 1850, en Rockhill, Ohio. Con 20 años de edad se alistó en el ejército y ahí se quedó durante tres años. De esa experiencia él conservó el espíritu de disciplina y cierta brusquedad en sus relacionamientos. Mientras a la mayoría de sus compañeros le gustaba divertirse en los ratos libres, Jones prefería leer obras de historia o publicaciones adventistas, juntamente con la Biblia. Así él adquirió gran parte del conocimiento básico necesario para su futuro trabajo como predicador y escritor.
Libre de las obligaciones militares, solicitó el bautismo en la iglesia adventista. Fue entonces designado para ir a la costa Oeste como predicador.
En Mayo de 1885, fue admitido como editor- asistente de la revista Signs of the Times, una posición que mantuvo al lado de Ellet J. Waggoner hasta 1889.
Aun cuando era completamente diferentes uno del otro, esos hombres colaboraron muy estrechamente en la predicación del mensaje de la justificación por la fe. Con el apoyo de Ellen White, ellos revolucionaron la sesión de la Conferencia General de 1888, en Mineápolis. Como resultado, por dos años la comisión de la Conferencia General nombró a Waggoner y Jones para enseñar ese mensaje en los encuentros campales, en los concilios pastorales, en las instituciones e iglesias por todo el país. Hasta viajar para a Australia, en Diciembre de 1891, Ellen White frecuentemente los acompañaba en esas campañas. Ella consideraba su mensaje como venido de Dios.
Después de la ida de Waggoner para Inglaterra, en 1892, Jones quedó encargado de mantener el interés en el mensaje de 1888. Y él lo hizo de manera magistral y con la plena aprobación de los líderes de la iglesia. Durante la década de 1890, en cada sesión de la Conferencia General, una posición preferencial le era reservada para la presentación de varios aspectos del “tercer mensaje angélico”, como la colección de sus estudios bíblicos era popularmente conocida.
A causa de su interés en libertad religiosa, Jones fue escogido en 1889 para dirigir la revista American Sentinel (Sentinela Americano). En 1897, él fue llamado a servir como uno de los miembros de la Comisión de la Conferencia General, y, al mismo tiempo, como editor-jefe de la Review and Herald. Entonces, en la sesión de la Conferencia General de 1901, él fue elegido para la presidencia de la Asociación de California, posición en que se mantuvo hasta 1903.
Jones fue entonces convidado para tomar cuenta del departamento de libertad religiosa a nivel de la Conferencia General, en Washington. Al comienzo aceptó la invitación, pero después declinó y fue para Battle Creek a fin de trabajar con el Dr. John Harvey Kellogg, bajo cuya influencia acabó entrando en conflicto con la Conferencia General. A causa de eso dejó la Obra. Posteriormente, en razón de creciente hostilidad con el liderazgo de la iglesia, fue desligado del rol de miembros en 1909.
Antes de esa separación, sin embargo, A. G. Daniells, presidente de la Conferencia General, trató de hacer una reconciliación en la sesión de 1909. Por alguna razón, Jones rechazó esa apertura. De ahí en adelante, aun cuando era un observador del Sábado ligado a las más fundamentales doctrinas adventistas, permaneció alejado de la iglesia. Fuera de eso, como su biógrafo George R. Knight observa: “A despecho de su animosidad con la iglesia organizada, Jones parecía deseoso de compañerismo adventista”.[4] Él falleció el día 12 de Mayo de 1923, en Battle Creek, después de sufrir una hemorragia cerebral.
¿El Mensaje de Jones es Aun Digno de Confianza?
A causa de su ulterior separación de la iglesia, algunos adventistas hoy cuestionan seriamente la validez del mensaje de Jones. Realmente, como regla general, el mensaje de quien no permanece firme en la fe hasta el final tiende a perder toda la credibilidad.[5]
En el caso de Jones, su desligamiento ocurrió fundamentalmente por conflicto con la organización y no con la fe. George R. Knight escribe: “Habiendo estudiado su vida por muchos años, creo casi imposible creer que el vigoroso Jones de inicio de la década de 1890, pudiese haber naufragado en la fe. Por otro lado, también parece casi imposible para él -- como consecuencia de su orgullo, obstinadas opiniones y extremismo -- haber hecho cualquier cosa más. La clave para su futuro yace en el mensaje que fue tan caro a su corazón -- dejar el poder del Espíritu Santo transformar su vida a través de la fe. Ese fue el punto donde Jones falló. Poseía una correcta teoría de la verdad, pero fracasó en su práctica”.[6]
Ellen G. White acentúa la diferencia entre el mensaje y el mensajero. Ella conocía bien a ambos. La Sra. White había aceptado el mensaje como inspirado por el Cielo. Ella misma no dudó en predicarlo. Mas como resultado de la oposición que Jones y Waggoner tuvieron que enfrentar, ella temía que se desanimasen y por fin “sucumbiesen a las tentaciones del enemigo”. De cualquier modo, ella advertía: “Si eso aconteciese, no probaría que ellos no tenían ningún mensaje de Dios, o que la obra que hicieron fuese totalmente un error”.[7] [Énfasis añadido]
Ese testimonio es aun más digno de nota, en vista de las circunstancias que desafortunadamente justificaron más tarde los temores de Ellen White con relación a los mensajeros. De hecho, ella nunca dudó del origen del mensaje básico predicado por Jones y Waggoner, aun cuando, a veces, ella los corrigiese en algunos puntos particulares.[8] Habiendo leído, en Australia, los 24 estudios bíblicos presentados por Jones en la sesión de la Conferencia General en 1893, Ellen White escribió: “Sabemos que el hermano Jones ha dado el mensaje para este tiempo-- alimento en el tiempo debido para el hambriento rebaño de Dios. Aquellos que no permiten que el preconcepto obstruya el corazón contra el mensaje enviada por el Cielo, no pueden sino sentir el espíritu y la fuerza de la verdad”.[9]
Jones también disfrutó de la confianza de los líderes de la iglesia, de acuerdo con Arthur L. White: “Tal vez la verdadera actitud de la iglesia y sus líderes para con Jones y Waggoner, después de la sesión de la Conferencia de 1888, sea mejor reflejada en las invitaciones extendidas a esos dos hombres, para conducir estudios bíblicos en las sesiones de la Conferencia General realizadas en los 10 años siguientes. Es bueno recordar que la Comisión de la Conferencia General fue responsable por la planificación de las reuniones de la Conferencia General y por escoger a sus oradores. La iglesia tenía muchos oradores competentes. Las elecciones hechas revelan los sentimientos de sus líderes”.[10]
Una rápida mirada en la impresionante cuenta de estudios bíblicos presentados por Waggoner y Jones en las diversas sesiones de la Conferencia General, de 1891 a 1909, será suficiente para establecer el nivel de confianza de que gozaban: 17 para Waggoner en 1991; 24 para Jones en 1893; 26 para Jones en 1895; 19 para Waggoner y 11 para Jones en 1897; 3 para Waggoner y 7 para Jones en 1899. Esos hombres nunca habrían sido solicitados a presentar como lo hicieron, los diversos aspectos del tercer mensaje angélico, si su discurso no hubiese estado en armonía con las creencias de la iglesia.
Notas y referencias.:
1. The Seventh –day Adventist Encyclopedia, pág. 707. Ver también George R. Knight, FromPág. 48
1888 to Apostasy, the Case of A. T. Jones (De 1888 Para la Apostasía – El Caso de A. T. Jones). (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1987).
2. Signs of the Times, Review and Herald y American Sentinel.
3. The Third’s Angel Message (El Mensaje del Tercer Ángel), sermones proferidos en la sesión de la Conferencia General, 1895, por A. T. Jones, publicados por John O. Ford (Angwin, Calif.: Pacific Union College Press, 1977); The Consecrated Way to Christian Perfection (Mountain View, Ca-lif.: Pacific Press Assn., 1905); Lessons on Faith (Lecciones Sobre Fe), una selección de artículos y sermones publicados por John O. Ford (Angwin, Calif.: Pacific Union College Press, s.d.).
4. Knight, pág. 255.
5. LeRoy Edwin Froom, en Movement of Destiny, ignora casi que enteramente el papel y el mensaje de A. T. Jones.
6. Knight, pág. 256.
7. Ellen G. White, carta 24, de 1892. Citada en A. V. Olson, Through Crisis to Victory, págs. 315, 316.
8. Para ejemplo, ver Ellen G. White, Mensajes Selectos, vol. 1, págs. 377-379.
9. Manuscrito 1180 de Ellen G. White. Ver Robert J. Wieland, Ellen G. White Endorsements of the 1888 Message, as Brought by Jones and Waggoner (Avais de Ellen G. White à Mensaje de 1888, Como presentado Por Jones y Waggoner) (St. Maries, Idaho, LMN Publishing, s.d.).
10. Arthur L. White, Ellen White: The Lonely Years (Ellen White: Los Años Solitarios) (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1984), págs. 412-413.
Extraido del libro: TOCADO POR NUESTROS SENTIMIENTOS.