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LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO: Alonzo T. JONES(1850 - 1923)— Parte II.
Cristología de Jones.
Jones habló profusamente sobre la naturaleza humana de Cristo, primeramente en numerosos artículos en la Review and Herald, de la cual fue editor-jefe;[11] más tarde en los estudios bíblicos presentados en las sesiones de la Conferencia General efectuadas entre 1893 y 1895, bajo el título “El Tercer Mensaje Angélico” [12] y finalmente en un libreto titulado The Consacrated Way to Christian Perfection (El Camino Consagrado Para la Perfección Cristiana)[13] publicado al final de su ministerio, en 1905.
Dentro del alcance de este estudio, es imposible considerar todos los detalles del mensaje expuesto por Jones. Será suficiente aquí definir los puntos principales de su Cristología. Primeramente, vamos a dejar claro que Jones siempre presentó Cristo como Dios. Para él, “tan enteramente la naturaleza de Cristo es la naturaleza de Dios, que ella es la propia marca de la substancia de Dios”. “Él es Dios”.[14] Jones declaró: “Es esencial conocer el primer capítulo a los Hebreos, para entender lo que es Su naturaleza como hombre, revelada en el segundo capítulo de Hebreos”.[15]
En sus presentaciones en el año 1893, Jones confirmó las enseñanzas de Waggoner sobre justificación por la fe. Él afirmó que “Jesús participó de la misma carne y sangre que nosotros tenemos”.[16] Y, en su décimo estudio él explicó cómo Dios tejió en Cristo “las vestiduras de la justicia”, disponibles a aquellos que Lo aceptan.
Jones afirmó: “Esas vestiduras fueron tejidas en un cuerpo humano. El cuerpo humano -- la carne de Cristo -- era el telar, ¿no era? Esa ropa fue tejida en Jesús; en la misma carne que usted y yo tenemos, pues Él tomó parte en la misma carne y sangre que tenemos. Esa carne, que es suya y mía, fue la que Cristo trajo a este mundo, la cual fue el telar en el cual Dios tejió los trajes para que usted y yo vistamos en la carne, y Él quiere que los usemos ahora”.[17]
Las más completas y detalladas presentaciones fueron las hechas por Jones en la sesión de la Conferencia General de 1895. De 26 estudios, seis fueron dedicados a la doctrina de la encarnación.[18] En el curso de esas exposiciones, Jones mencionó que la naturaleza de Cristo había sido objeto de profundo estudio durante “tres o cuatro años”, pero que Dios los estaba conduciendo “más allá” en el asunto.[19] Jones creía que había nuevos argumentos capaces de consolidar la enseñanza sobre la naturaleza humana de Cristo.
Evidencias sugieren que, después de su llegada a Inglaterra en 1892, Waggoner le envió a Jones los escritos de un obispo anglicano, Edward Irving, bien conocidos por su Cristología. Está bastante claro que Jones había leído las obras de Irving y que ellas tuvieron influencia sobre los argumentos y expresiones usados en las presentaciones de 1895.[20]
La comprensión de Jones sobre la naturaleza humana de Jesús y sus aplicaciones prácticas en la vida cristiana, pueden ser sumariadas en cuatro principales conceptos:
1. La Naturaleza Caída de Cristo.
Jones no tenía la mínima duda de que Cristo tomó sobre Sí la naturaleza humana caída o pecaminosa, “la semejanza de carne de pecado”. Ese tipo de expresión ocurre no menos de 90 veces en sus presentaciones hechas en el año 1895.[21]
No satisfecho en afirmar la verdad de ese mensaje, Jones deseaba explicar su lógica. Para ese fin él comenzó a enfatizar el origen común de la naturaleza humana de Cristo y de todos los seres humanos. Para demostrar ese punto, él citaba (hebreos 2:11): “Pues tanto lo que santifica, como los que son santificados, vienen todos de uno sólo...” Con base en ese verso, Jones concluyó que “en Su naturaleza humana, Cristo provino del hombre de quien todos nosotros vinimos... Un hombre es la fuente y cabeza de toda la naturaleza humana. Y la genealogía de Cristo, como uno de nosotros, se origina en Adán... Todos vienen de un hombre según la carne; son todos de uno. Así, del lado humano, la naturaleza de Cristo es precisamente nuestra naturaleza”.[22]
“¿Qué carne es esa, de hecho?”, interrogaba Jones. “¿Qué especie de carne solamente este mundo conoce? Tan solamente la carne que usted y yo tenemos. El mundo no conoce cualquier otro tipo de carne humana, y no ha sabido de otra por la cual la necesidad de la venida de Cristo fue creada. Por ese motivo, como el mundo conoce apenas tal especie de carne como la que tenemos, como es ahora, es ciertamente verdad que cuando ‘el Verbo Se hizo carne’, fue la misma carne que la nuestra. Eso no puede ser de otro modo”.[23]
Fundamentándose en los versos de (Hebreos 2:14-18), Jones destacaba el hecho de Cristo haber participado de la carne y de la sangre, de la misma manera que nosotros compartimos de la carne y de la sangre. “Él no Se revistió de la naturaleza de los ángeles, sino de la naturaleza de Abraham. Pero la naturaleza de Abraham y la simiente de Abraham son tan solamente naturaleza humana... ‘Por lo que convenía que en todo fuese hecho semejante a Sus hermanos’. ¿En cuántas cosas? Todas las cosas. Entonces, en Su naturaleza humana no hay ni siquiera una partícula de diferencia entre Él y usted”.[24]
Jones pregunta: “¿Percibe usted que nuestra salvación yace exactamente ahí? ¿No ve que es justamente ahí que Cristo Se aproxima de nosotros? Él llegó hasta nosotros precisamente donde somos tentados, y fue hecho como nosotros exactamente donde somos tentados; y ese es el punto donde nosotros Lo encontramos -- el Salvador vivo contra el poder de la tentación”.[25]
2. El Pecado Condenado en la Carne
Cuando Jones consideraba las tentaciones a las cuales Cristo estuvo sujeto, aludía a (Hebreos 4:15): “Sino, uno que, como nosotros, en todo fue tentado, pero sin pecado”.
Obviamente, declaró Jones: “Él no podría ser tentado en todos los puntos como yo soy, si en todos los puntos no fuese como yo soy Cristo estaba en Su lugar, y Él poseía la naturaleza de toda la raza humana. En Él se encontraba toda la debilidad de la humanidad, de forma que cada hombre sobre la Tierra que puede ser tentado, encuentra en Jesucristo poder contra la tentación. Para cada alma hay en Jesús victoria contra todas las tentaciones y socorro contra su poder. Esa es la verdad”.[26]
En su décimo cuarto estudio, Jones repitió lo que cada hombre heredó de Adán. “Así, todas las tendencias para el pecado encontradas en la raza humana vinieron de Adán. Pero Jesucristo sufrió todas esas tentaciones. Él fue tentado en todos los puntos en la carne que Él recibió de David, Abraham y Adán... Así, en la carne de Jesucristo -- no en Sí mismo, sino en Su carne -- nuestra carne que Él tomó en la naturaleza humana ocurrieron justamente las mismas tentaciones al pecado que existen en usted y en mi... Y así, existiendo en semejanza de carne pecaminosa, Él condenó el pecado en la carne”.[27]
Por consiguiente, Jones dice: “Todas las tendencias para pecar que existen en la carne humana estaban en Su carne, y a ninguna le fue jamás permitido que se manifestase; Él venció a todas ellas. Y en Él todos tenemos la victoria sobre ellas”.[28]
Para hacer más clara su explicación, Jones admite “una diferencia entre la tendencia para pecar y el abierto aparecimiento de ese pecado en las acciones”.[29] Al someterse a la gran ley de la hereditariedad, Cristo aceptó ser tentado en todos los puntos como nosotros lo somos, pero sin ceder al poder de la tentación que Él llevaba en Su carne. Entonces Jones declara: “Él es un Salvador completo. Él es un Salvador de los pecados cometidos y un Conquistador de las tendencias para cometimiento de pecados. En Él tenemos la victoria”.[30]
Jones afirmaba no haber misterio en Dios ser manifiesto en una carne que no estuviese sujeta al poder del pecado. “Pero la maravilla está en lo que Dios puede hacer a través de y en la carne pecaminosa. Ese es el misterio de Dios -- Dios manifiesto en carne pecaminosa. En Jesucristo, que estaba en carne pecaminosa, Dios demostró ante el Universo que Él puede así tomar posesión de la carne pecaminosa para revelar Su propia presencia, poder y gloria, en vez de que el pecado en ella se manifieste”.[31]
Notas y referencias:
11. Alonzo T. Jones, en Review and Herald, 18 de Febrero de 1896; 16 de Noviembre de 1897; 11 y 18 de Abril de 1899; 4, 11, 18 y 25 de Diciembre de 1900; 1 y 22 de Enero de 1901.
12. Ver Boletín de la Conferencia General, 1893, pág. 207.
13. Alonzo T. Jones, ); The Consecrated Way to Christian Perfection (Mountain View, Calif.: Pacific Press Assn., 1905), reeditado por Upward Way, Dodge Center, Minnesota, 1988.
14. Idem, pág. 16.
15. Idem.
16. Boletín de la Conferencia General, 1893, pág. 207.
17. Idem.
18. Ver Boletín de la Conferencia General, 1895. los últimos 16 estudios fueron publicados por John O. Ford, The Third Angel’s Message, Sermons Given at the General Conference of 1895,por A. T. Jones (Angwin, Calif.: Pacific Union College Press, 1977).
19. Boletín de la Conferencia General, 1895, pág. 330.
20. Ver William H. Grotheer, An Interpretative History of the Doctrine of Incarnation as Taught by SDA Church (typescript) (Una Historia Interpretativa d ela Doctrina de la Encarnación, Como Enseñada Por la Iglesia Adventista del Séptimo Día), págs. 30 y 32.
21. Ver Ralph Larson, The Word Was Made Flesh (La Palabra Se Hizo Carne), pág. 67.
22. Boletín de la Conferencia General, 1895, pág. 231.
23. Idem, pág. 232. “En ese argumento, Jones hacía eco de las palabras de Edward Irving, que había declarado: ‘Que Cristo tomó nuestra naturaleza caída es más evidente porque no había ninguna otra en existencia para tomar’(Obras 5:15).” (Grotheer, pág. 30).
24. Idem, pág. 233.
25. Idem.
26. Idem, págs. 233-234.
27. Idem, págs. 266-267.
28. Idem, pág. 267. Ver también Jones, The Consecrated Way to Christian Perfection, págs. 40-41.
29. Idem.
30. Idem.
31. Idem, pág. 303. Pág. 49
Extraido del libro: TOCADO POR NUESTROS SENTIMIENTOS.